Chips de papas nativas son premiadas en Europa
Debido a su éxito de ventas en Francia y Bélgica, los productores de Pazos,Huancavelica, recibieron el galardón Arqueros de Oro
Las chips son hechas de papas rojas y azules. Esta venta permite a los campesinos ganar más (Foto: Leslie Searles)
MARISOL GRAU
El Comercio
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En Pazos desayunan, almuerzan y cenan papa. Es indispensable. La consideran el primer alimento sobre la mesa familiar. En este distrito huancavelicano deTayacaja se cosechan cerca de 400 variedades distintas. Bastantes más que la blanca, la amarilla o la peruanita, aquellas especies comerciales que, de seguro, usted consume interdiariamente. En tanto que las demás terminan casi siempre dentro del mismo saco, el del menú de supervivencia.
Salvo algunas excepciones: las papas de pigmentación roja y azul (cacho de toro, huayro macho, putis, entre otras especies). Así, productores locales apoyados por la ONG francesa Veterinaires Sans Frontieres – Centre International de Cooperation pour le Developpement Agricole (AVSF-CICDA) desenterraron dichos tubérculos de colores para convertirlos en chips, a fin de que el continente europeo pruebe su sabor.
La Asociación de Productores Agropecuarios para la Industria Andina (Agropia) ya ha exportado 9 contenedores a Francia y Bélgica desde el 2009, lo que equivale a 19,9 toneladas de chips y 60 toneladas de papa nativa. Además, recientemente el comité real belga otorgó a las papas de Pazos el premio Arqueros de Oro 2010 por su calidad y gran acogida entre los consumidores.
“Al principio pensaban que habíamos pintado las papas”, cuenta Rolando Romero (40), presidente de Agropia. Me muestra algunas, todavía húmedas, recién sacadas de la tierra fértil. Aquí no hay secretos para el éxito, solo comercio justo, el concepto bajo el cual trabajan y producen.
EL EFECTO JUSTO
Les pagan S/.2 por kilo, en vez de 50, 60 o hasta 70 céntimos. Distribuir su producción a través de este mercado solidario les ha permitido ganar un margen extra de dinero y desajustar el cinturón de pobreza extrema que los aprieta.
Les pagan S/.2 por kilo, en vez de 50, 60 o hasta 70 céntimos. Distribuir su producción a través de este mercado solidario les ha permitido ganar un margen extra de dinero y desajustar el cinturón de pobreza extrema que los aprieta.
Dicho ingreso les sirve, sobre todo, para mejorar su calidad de vida y la educación de sus hijos. Pero aún conservan otros sueños por cumplir. “Una camioneta 4×4 para transportar las papitas”, señala Espírita Guerrero (53). “Un terrenito en la ciudad”, propone Élmer Chávez (34). Sin embargo, quienes llegamos a Pazos pensamos, más bien, en la urgencia de reemplazar aquellas trochas de acceso por vías asfaltadas, o en la renovación de ese centro de salud precario, con más medicinas y mejor equipamiento. Dos maneras de devolverle su lugar a una localidad que parece perdida entre las montañas.
“Para mí, trabajar con comercio justo ha significado un cambio muy importante. Antes nunca me hubiera imaginado alcanzar los mercados europeos”, sostiene Rolando. Aparte del gorgojo (plaga que enferma al tubérculo), tanto la competencia como las trabas generadas por el propio mercado constituyen un trago amargo para estos pequeños agricultores. Habitar en uno de los departamentos más pobres del Perú los hace reflexionar. “Los programas sociales no funcionan. Nosotros queremos proyectos como estos, que involucren una transformación”, afirma Rolando muy seguro de sí.
CON LA POLLERA BIEN PUESTA
Las polleras dan color al trabajo duro de las chacras. Ellos y ellas trabajan por igual. Su vitalidad al labrar la tierra lo demuestra. Y es que el rol de la mujer en el campo se ha vuelto tan fundamental como en la casa, con los hijos o a la hora de preparar la pachamanca. “Son nuestra mano derecha”, aseguran los varones.
Las polleras dan color al trabajo duro de las chacras. Ellos y ellas trabajan por igual. Su vitalidad al labrar la tierra lo demuestra. Y es que el rol de la mujer en el campo se ha vuelto tan fundamental como en la casa, con los hijos o a la hora de preparar la pachamanca. “Son nuestra mano derecha”, aseguran los varones.
Espírita, por ejemplo, ha ocupado el cargo de agente municipal. Y Nelly Escurra (42) se desempeña como tesorera de Agropia. Según dicen, una de las pocas personas con talento para los números en la comunidad. De risa fácil, Nelly resulta toda una modelo. Posa con soltura frente al lente de la cámara fotográfica. La coquetería femenina no conoce de regiones. Su foto adorna el envase de las chips rojas que se venden en supermercados de Francia y Bélgica.
LA PAPA DE CADA DÍA
Élmer colecciona papas. Comenzó con 19 variedades y ya tiene cerca de 300. Muy orgulloso, cuenta que ha ganado la feria de Pazos y la regional deHuancavelica con sus tubérculos. Varios productores son, a su vez, conservacionistas.
Élmer colecciona papas. Comenzó con 19 variedades y ya tiene cerca de 300. Muy orgulloso, cuenta que ha ganado la feria de Pazos y la regional deHuancavelica con sus tubérculos. Varios productores son, a su vez, conservacionistas.
El sello del sistema de comercio justo los incentiva a cuidar el medio ambiente y les ofrece tarifas de S/.2,40 por kilo de papa orgánica. Rolando, por ejemplo, ya tiene una parcela 100% ecológica. Entre tanto trabajo no hay tiempo para el descanso. Las manos callosas, la lampa al hombro y el dolor de cintura son pruebas de su empeño. Y el paisaje de verdes y celestes que los acompaña a diario, la recompensa consuelo.
Al final del día mientras algunos creen que Huancavelica se estanca en el olvido, alguien en Francia o Bélgica abre una bolsa de chips y disfruta las deliciosas papas nativas de Pazos.
Publicado por «El Comercio Perú»