Pisco Perú-Chile
Pisco Elqui: conoce la verdadera historia de una ciudad hecha a la medida
Esta historia trata de cómo un pisco quiso competir con otro Pisco, para ver cuál era el más pisco de todos. La controversia continúa.
Pisco Elqui está en la región de Coquimbo.
Episodio I: La amenaza fantasma
(De cómo temerle a las importaciones del Perú y querer competir como sea)
Es 1919. La Primera Guerra Mundial ha llegado a su fin pocos meses atrás, y los soldados que siguen volviendo de las trincheras lo hacen heridos, hambrientos, sedientos. Ese mismo año se funda la Sociedad de Naciones -primer antecedente de la ONU-, Mussolini crea el Partido Fascista, Emiliano Zapata es asesinado, se confirma la teoría de la Relatividad de Einstein, empieza el Oncenio de Leguía y mueren Valdelomar y Palma. En Chile toman fuerza los movimientos obreros, tras las multitudinarias “Marchas del hambre” de 1918. Sin embargo, en Estados Unidos, lo único que les importa a los conservadores es evitar el consumo de alcohol. Y como aquellos conservadores tenían influencias de peso, lograron que ese mismo año se promulgue una ley que marcaría la historia de ese país durante los años 20 y un poco más: la prohibición o “Ley seca”. Esta tuvo, entre otros, dos resultados distintos: por un lado, Al Capone y sus amiguitos se hicieron millonarios traficando licor clandestinamente; por otro, Estados Unidos dejó de importar pisco peruano, muy utilizado en aquellos años, por ejemplo, en California, donde una bebida conocida como pisco punch noqueó a varios desde fines del siglo XIX. Según Gonzalo Gutiérrez Reinel, embajador peruano en Bélgica, especialista en el tema y autor de la investigación “Pisco Elqui, el nombre engañoso”, en aquellos años el Perú producía 3 millones y medio de litros de Pisco. “Desde la época de la fiebre del oro en California, en 1849, la exportación de Pisco desde el Perú constituyó un importante negocio, especialmente en la costa oeste de los Estados Unidos.”, nos dice. La prohibición duró casi 14 absurdos años, pero en 1933, tras ser revocada y volverse a llenar los vasos, el mercado de pisco retomó su valor y potencial. “Nada mejor que usar el nombre de una bebida muy prestigiada desde antes de la Ley Seca, como era el Pisco del Perú, para lograr un mejor nivel de ventas y precio.”, nos dice Gutiérrez, sobre la ocurrencia de nuestros vecinos del sur de apuntarse para hacer negocios con su propia bebida, a la que curiosamente también habían empezado a llamar pisco, pocos años antes. Aunque lo suyo no fuera lo mismo, el mercado era tan apetecible que no parecía importar nada más. Mientras en el Perú ya gobernaba Benavides, al ritmo de su “Orden, paz y trabajo”, en Chile legislaba el Lado oscuro de la fuerza, creando un nombre por ley como si fuera una denominación de origen. Con esa medida, iniciaron una controversia que va durando ya 83 años. Como canta el folklorista chileno Tito Fernández, El Temucano: Una botell’e pisco y una muchacha/ para bailar, con ella, la cucaracha/. Mándele p\’a la orquesta otra ponchera/ para ver si me tocan una ranchera.
Episodio II: El ataque de los clones
(De cómo se concreta la invención de Pisco-Elqui)
Este debe ser uno de los primeros casos en los que se rebautiza un pueblo por puro antojo comercial. Y para esto fue clave un político, Gabriel González Videla, senador chileno, quien tramó, entre diciembre de 1935 y enero de 1936, la idea de bautizar con el nombre de Pisco-Elqui a un pueblo que, hasta ese entonces, había llevado con mucha honra el nombre de La Unión, ubicado a menos de dos horas en auto de la localidad costera de La Serena, capital de la región Coquimbo. “Nuestro destino es uno de los favoritos de la conocida Ruta de las estrellas. Pisco-Elqui es un pequeño pueblo inmerso en la cordillera de los andes…” inicia el reportaje de un canal chileno sobre Pisco-Elqui, un simpático lugar que a los peruanos podría recodarnos mucho a Lunahuaná. Lo que no mencionan en su reportaje es que este pueblo, asentado sobre la Quebrada de La Greda, tuvo originalmente este nombre, La Greda. Sin embargo, en 1873, tras la epidemia de viruela que castigó la zona y la solidaridad originada en medio del caos, se decidió rebautizarlo como La Unión, como un homenaje a las víctimas y a los héroes de esos días cruentos. En los 63 años que pasaron entre ese día y su nuevo y conveniente renombramiento, sucedió algo más: en mayo de 1931 se emitió el Decreto con Fuerza de Ley N°18117, que reservó el nombre “pisco” para los aguardientes que procedieran de la destilación de “caldos de uvas” dentro de los departamentos de Copiapó, Huasco, La Serena, Elqui y otros. Aunque algunos han calificado esta norma como “la primera denominación de origen de América”, eso no es tan cierto: solo sería una “indicación de procedencia”, un anclaje toponímico que tiene una naturaleza más bien genérica, pues carece del imprescindible referente geográfico, pues no existía en Chile ciudad, puerto, pueblo, valle, río, laguna o accidente geográfico alguno que tuviese el nombre de Pisco. Justamente por eso se la inventaron. Como dice la canción: “Lo que nos pidan podemos/ Si no podemos no existe/ Y si no existe lo inventamos/ Por ustedes”. Me pregunto yo: ¿Qué hubiera escrito Neruda?
Pisco Elqui: la verdadera historia de una ciudad inventada por los chilenos. (Diseño: Kelly Villarreal)
Escribe Gonzalo Gutiérrez: “se verifica que el cambio de nombre no respondió a una evolución sociocultural, como lo afirman diversos investigadores, sino a una maniobra comercial mala fide montada en unas pocas semanas para intentar eludir las disposiciones de los Estados Unidos sobre el correcto uso de los nombres geográficos para designar bebidas espirituosas”. A pesar de eso, el libro “El Pisco nació en Chile” (publicado por Pablo Lacoste el 2016), sostiene la falacia de que la localidad ya existía con el nombre de Pisco-Elqui desde el siglo XVIII. En el Perú, en cambio, Pisco aparece en mapas fechados desde 1574.
“Naturalmente no llamaré nunca a La Unión por Pisco-Elqui, triste ocurrencia de algún coquimbano que quiso reírse del lindo pueblo a lo tonto. Algún día hemos de devolverle su apelativo que apunta a la conjunción de dos ríos. Yo sé que en ciertas casas bailaron y cantaron aquel fallo extranjero como una fiesta, y me alegró saberlo, pero de una alegría con dejo amargo”, escribió Gabriela Mistral, originaria de Vicuña, un pueblo cercano. Ella ganaría el Premio Nobel de Literatura en 1945. González Videla, el principal impulsor del cambio, sería presidente de Chile entre 1946 y 1952.
Episodio III: la venganza de la vid
(De cómo se empieza a notar que el destilado chileno no tiene la misma calidad que el peruano)
¿Cómo vender a otros países una bebida diciendo que es pisco, cuando no huele a pisco, ni sabe a pisco, ni realmente debería siquiera llamarse pisco? Quizás ni Og Mandino la hubiera visto tan clara como los chilenos que decidieron mantener nuestra denominación de origen, haciendo pasar su producto como nuestro frente a Estados Unidos para poder venderlo. Una de las historias más delirantes que se cuentan, sucedió en 1935. “En su afán por lograr la entrada a los Estados Unidos de su bebida –nos cuenta Gutiérrez-, los exportadores chilenos argumentaron que muchos de ellos enviaban su producción a Pisco, en el Perú, para que de allí fuese exportada a todo el mundo, así que por eso tenían derecho a usar el nombre. Por supuesto, las autoridades estadounidenses los mandaron a rodar no sé si por osados o por falta de imaginación.” Ese mismo año, las normas estadounidenses incluyeron al pisco como ejemplo de uno de esos nombres que sólo puede usarse para denominar productos originarios de determinado lugar (Por ejemplo, Cognac, Armagnac, Jamaica Rum o Kentucky Straight Bourbon Whisky). Perú, por su parte, preparó un documento en el que informaba a las autoridades pertinentes de Estados Unidos que, desde el fin de la Ley Seca, se ofrecía allí una bebida con el nombre de pisco que no era un producto peruano, tampoco era elaborado con las variedades de uva de la zona de Pisco en el Perú, ni con los métodos originales de producción, lo que significaba que el público estaba consumiendo un extraño líquido que suplantaba al producto original.
Sin embargo, la Embajada de Chile en Washington siguió haciendo gestiones ante la Administración Federal de Control de Alcoholes para que reconsiderase su posición y permitiera que el nombre Pisco se aplicase a cierta clase de aguardientes que se fabricaban tanto en el Perú como en Chile. Eso, a pesar de que en 1929 participaron, junto a nuestro país, en la Convención General Interamericana Sobre Protección Marcaria, en la que se declara que será considerada falsa e ilegal, y por tanto prohibida, toda indicación de origen o procedencia que no corresponda realmente al lugar en que el artículo, producto o mercancía fue fabricado, manufacturado o recolectado. ¿Pura deslealtad o vil apetito comercial de unos cuantos?
Prat, perdónalos.
Episodio IV: una nueva esperanza
(De cómo empiezan a darle razón al Perú en su denominación de origen)
“La gran diferencia, a mi modo de ver, es que en Chile acholan el pisco desde la cosecha y tiran junta toda la uva de cualquier cepa. Y destilan los jugos de esas uvas pero no tienen el cuidado de manejar la graduación, entonces les sale, digamos, 60% de alcohol. Entonces, para bajarlo, lo cortan con agua. Es por esto que el pisco chileno puede tener muy buena nariz, pero en la boca no te queda”, nos dice Francisco Pareja, director del Instituto Juntos por el Pisco y ex directivo de Origin, red mundial de denominaciones de origen e indicaciones geográficas, con sede en Ginebra. El historiador Daniel Parodi, por su parte, asegura que “El nombre pisco, asociado al aguardiente de uva, es peruano, y ese es el origen de esta discordia. Para que se entienda, aguardientes de uva hay muchos, y también varían mucho sus procesos de elaboración. En Italia es la grappa y en Bolivia es el singani, por ejemplo. Entonces, el problema radica en el despropósito de los aguardienteros chilenos de ponerle por nombre pisco a su aguardiente de uva, copiando el nombre del peruano”. Incluso, propone una solución: que el pisco chileno pase a llamarse pisco-elqui; es decir “pisco-elqui El Gobernador”; “pisco-elqui Mistral” etc. “De esta manera, ambas partes podrían quedar satisfechas: el Perú tendría la exclusividad del nombre pisco para su aguardiente de uva; mientras que el de Chile no dejaría de llamarse pisco, pero al llamarse pisco-elqui, se diferencia del peruano y se presenta como una modalidad diferente.”
Las críticas al insumo chileno no vienen solo desde estos pagos, sino también desde el mismo sur. El 2009, el periodista y enólogo chileno Patricio Tapia publicó un artículo en el diario El Mercurio, en el que aseguró: “Admitámoslo de una vez: el pisco sour peruano es mejor que el chileno. Punto. Ellos lo inventaron, sólo ellos logran esa voluptuosa y a la vez refrescante mezcla de acidez y cremosidad. Un vaso lleno de espuma, blanca, ácida, turgente. Te tomas uno y quieres otro. El nuestro es jugo de limón con pisco. Y azúcar flor, claro. No mucho más.” Menciona también como diferencia fundamental las uvas: “La quebranta -que es la base de los más tradicionales piscos peruanos- en nuestro país no parece existir”, dice. Y agrega: “Luego está el hecho de que el pisco peruano no es criado en barricas -como es el caso del chileno-, sino en vasijas de acero, de plástico o en las tradicionales botijas de greda para no distorsionar la expresión de la cepa.” El historiador Lorenzo Huertas Vallejos, por su parte, recuerda que quien trajo la uva al Perú desde las islas Canarias fue el Marqués Francisco de Caravantes, en 1543. Se sembró en Ica, donde primero se hizo vino, pero luego se creó un aguardiente que empezó a llamarse “De las Indias”, que era embarcado en Pisco para ser llevado a España en tinajas de barro cocido. A fines del siglo XVI la producción ya estaba consolidada. Pishku o Piscoya era el nombre de un ave de la zona que terminó dándole su nombre a la ciudad: Pisco. En Chile, en cambio, el pisco se asoma hacia 1733, cuando un primo cercano de Francisco Cortés de Monroy, Comisario Mayor del Tribunal de la Inquisición –que poseía tierras en la zona de Pisco-, se asienta en el fundo La Torre, cerca de La Serena. Por lo tanto, es muy probable que la primera mención al pisco que registran en Chile haya sido de Pisco llevado allí desde el Perú.
Varios de estos criterios parecen haber sido considerados por las autoridades estadounidenses, pues en 1935, la Administración Federal de Control de Alcoholes emitió su “Regulación sobre Publicidad Engañosa y Falso Etiquetado de Bebidas Espirituosas”. En ella, reconoce que no se deben utilizar de manera engañosa nombres geográficos que no pertenezcan a un determinado país y, como para que le quedara más claro a nuestros vecinos del sur, coloca al Pisco como ejemplo de una denominación geográfica que no puede ser utilizada por un país diferente al de origen.
Pero si eso sucedió en 1935, ¿Por qué hasta ahora sigue la controversia?, se preguntará usted, amable y pisquero lector. Le cuento, porque es tan simple como obvio: los exportadores chilenos continuaron presionando para que su aguardiente ingresara a ese país utilizando el nombre Pisco. ¿Y cómo podían presionar mejor? ¡Pues inventándose el nombre de un pueblo! Por eso, La Unión comenzó a llamarse Pisco-Elqui en febrero de 1936, poco tiempo después del revés comercial que sufrió Chile en Estados Unidos. ¿Cuál fue nuestro gran error? Perú recién registró la denominación de origen Pisco a través de un decreto supremo en 1991.
Me gustas cuando callas, porque estás como ausente…
Un letrero anuncia la llegada del pueblo chileno.
Episodio V: el imperio contraataca
(De como Chile insiste y pelea por tener el nombre y denominación de origen)
Las ganas por hacer del pisco algo tan suyo como la cueca empezaron a manifestarse tempranamente. Se cuenta que el primer productor chileno que intuyó la gema comercial que era nuestra bebida, don Olegario Alba –que hoy es considerado por muchos historiadores como el verdadero creador de la industria pisquera chilena-, conoció el pisco tras un viaje al Perú, más específicamente a los valles de Locumba, en Tacna, donde tuvo su propio y particular levantamiento. Según el “Diccionario histórico, biográfico y bibliográfico de Chile” -escrito en 1925 por el historiador chileno Virgilio Figueroa- desde 1875 Alba lleva a Chile los conocimientos para producir el aguardiente peruano en el valle de Elqui. Aunque esta versión también es cuestionada, parece que en 1882 ya se vendía en Valparaíso. De hecho, fue por los años de la guerra del Pacífico que se empieza a popularizar el pisco, según Gonzalo Gutiérrez. “La utilización del nombre pisco para designar al aguardiente de uva se populariza en Chile recién a partir de la Guerra del Pacífico (1879-1883), particularmente luego de que las tropas chilenas ocuparan las ciudades de Pisco e Ica, y fueran testigos de la calidad y la fama de la denominación del aguardiente de esa zona peruana.”
Han pasado muchos años, pero la terquedad se mantiene. A mediados de febrero, el ministro de Agricultura de Chile, Antonio Walker, muy palomilla él, planteó que ambos países lleguen a un acuerdo para complementarse y, de esta manera, que en territorio peruano se reconozca a su aguardiente como pisco. Nuestro entonces ministro de Cultura, Rogers Valencia, le respondió con un enorme “Ahorita no, joven”, porque el pedido era imposible dentro de la normativa peruana. “Pisco hay uno solo y es sinónimo de peruanidad”, zanjó. Para cualquier tipo de sociedad comercial que plantee nuestro vecino, primero debería aceptar que el origen del pisco es peruano, cosa que, hasta hoy, no ha sucedido.
Felizmente que, para terminar de cerrar la polémica, se consultaron las Memorias del mismo Gabriel González Videla, factótum de todo el embrollo. En ellas, el expresidente confiesa la trampita: “Cuando era diputado me tocó defender la internación de pisco en Estados Unidos reclamada por el Gobierno del Perú, por tratarse de un producto de exclusiva procedencia de la región de Pisco (Perú). El reclamo fue acogido, pero luego suspendido, porque se me ocurrió, como diputado por esa zona, presentar un proyecto de ley que fue rápidamente aprobado, por el cual daba el nombre Pisco-Elqui a un pueblecito de esa región llamado La Unión. Y así el pisco chileno Pisco Elqui tuvo libre entrada en los Estados Unidos.” Para Gonzalo Gutiérrez, quizás se eligió cambiarle el nombre a La Unión “porque ese era un pequeño pueblo en el corazón de la zona productora de aguardientes en Chile, y porque, además, debido a su tamaño, no implicaría mayor problema administrativo, social o cultural.” Y agrega: “Si no existiese ese nombre no tendrían cómo argumentar por qué su bebida utiliza esa denominación extranjera. La usurpación del nombre configura, además, una paradoja única en el mundo: la utilización del nombre de una bebida -que supuestamente es una denominación de origen- es previo a la existencia de la localidad que se argumenta le otorga ese origen. Yo no he podido encontrar un caso igual en todo el universo de bebidas espirituosas alrededor del planeta.”
¡Exijo una explicación!
Episodio VI: el regreso del Jedi
(del éxito actual de nuestro pisco, reconocido internacionalmente por su calidad)
Después de 9 años de litigio, en noviembre del año pasado, el Consejo de Apelaciones de Propiedad Intelectual de la India reconoció los derechos exclusivos del Perú sobre la denominación de origen pisco. Para la entidad, Chile modificó indebidamente el nombre de una región de su territorio (Pisco-Elqui) con la clara intención de apropiarse del término pisco, perteneciente al Perú. Según Indecopi, un total de 71 países reconocen la denominación ‘pisco’ a favor del Perú. De estos, 30 reconocen la denominación de origen en exclusiva para nuestro país, entre los cuales figuran Serbia, Israel, Indonesia, Cuba, Ucrania, India y Sudáfrica, además de países de la región, como Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, República Dominicana, México y Nicaragua. El 2013, la Comisión de la Unión Europea estableció el reconocimiento con la Denominación de Origen Pisco al Perú. Aunque otros países algo despistados, como Australia, Brunei, Nueva Zelanda o Turquía, reconocen la denominación de pisco como exclusividad chilena, algunos tratados comerciales con esas cuatro naciones ya están flexibilizando esta medida. Mientras tanto, en la Estrella de la Suert…, perdón, en Chile, por ley, las empresas peruanas están prohibidas de utilizar la denominación pisco. “Aguardiente de uva” es el nombre que deben usar los exportadores peruanos para ingresar a uno de los mercados más grandes de la industria. Esto, aunque perjudica los intereses nacionales, es prerrogativa chilena: el Estado peruano no puede denunciar estos hechos, debido, justamente, a las leyes chilenas, soberanas dentro de sus fronteras. Quizás por eso mismo, demostraron que la resistencia, aunque no siempre rebelde, puede ser intergaláctica: en mayo del 2017, Chile impidió que Perú utilizara la denominación “pisco” en el reputado Concurso Mundial de Bruselas: sucede que el evento ahora es itinerante y ese año se realizó en La Serena. Por aquellos días, una nota publicada en este diario aseguró que 18 marcas peruanas estuvieron dispuestas a renombrarse como “Aguardiente del Perú”, privilegiando el negocio por sobre la polémica. Para algunos, eso fue más doloroso que el 4 a 0 en Santiago: en todas las ediciones anteriores del concurso, nuestro pisco le había ganado a su aguardiente.
En enero de este año, como un paso más a la consolidación del pisco en los mercados del mundo, PromPerú presentó la marca “Pisco, Espíritu del Perú” durante el importante Madrid Fusión 2019. Se espera que, a fines de este año, las exportaciones de pisco superen los 10 millones de dólares.
Que la fuerza nos siga acompañando.
Publicado por El Comercio.